domingo, 12 de julio de 2015

40 años de las jornadas de junio y julio de 1975. ¡La necesidad de las coordinadoras!

Por Osvaldo Martín "Pontoni", dirigente de la interna de Rigolleau y de la Coordinadora Zona Sur

La burguesía necesitaba a Perón para frenar la marea clasista de los obreros y las obreras, en unidad con los estudiantes del Cordobazo, de manera de impedir que esa combatividad antipatronal y antiburocrática llegara al corazón del proletariado: el conurbano bonaerense.

Para eso, luego de la vuelta en 1973 de Perón, con el prestigio que tenía dentro de la clase obrera -sumado al Gran Acuerdo Nacional (GAN) con  la UCR y sectores de las FFAA que respondían al general Lanusse- se concretó el “Pacto Social”.

Con la implementación de dicho pacto, muy pronto la clase obrera se dio cuenta de que Perón, junto a su “amigo” Balbín, se habían unido  para hacer recaer la crisis sobre las espaldas de los trabajadores/as, ya que se habían suspendido las negociaciones colectivas y congelado los salarios.

Con esa “tregua” social, la patronal sentía que tenía las manos libres para despedir a los trabajadores/as, mientras que la Ley de Asociaciones Profesionales le garantizaba el control de los gremios a través de la burocracia sindical peronista.

Era tan grande el prestigio del viejo caudillo entre los trabajadores/as, que muchos obreros decían que “el Viejo venía para hacer la Revolución Socialista”. Sin embargo, a pesar de estas ilusiones, debido al ajuste y la complicidad de las burocracias, crecía el descontento de los obreros.

Esta situación fue la base de apoyo sobre la cual se comenzó a reorganizar el clasismo y la estructuración de la izquierda revolucionaria dentro del movimiento obrero, donde fue ganando Comisiones Internas de fábricas e incluso varios sindicatos. Al mismo tiempo aparecía y se extendía una vanguardia numerosa de delegados/as y activistas.

El plenario de Villa y la Coordinadora Nacional

En marzo de 1974, durante el Plenario de Villa Constitución convocado por la UOM para celebrar el triunfo contra la burocracia, se habían hecho presentes la mayoría de las organizaciones  de izquierda: PRT/El Combatiente, Vanguardia Comunista, PCR, FAS, PST, Política Obrera, etc.

También participaron dirigentes sindicales de la talla de Tosco, Salamanca, Suffi, Bizi –referentes importantes del Cordobazo- Piccinini, y otros.

Allí se generó un debate acalorado alrededor de la necesidad o no de encarar la construcción de una coordinadora nacional para apoyar los conflictos y organizar la autodefensa contra la burocracia y los grupos de choque de la Triple A comandada por López Rega.

Nuestro partido, el PST, acompañado por grupos menores mocionó la propuesta de poner en pie esa coordinadora. A pesar de que esta propuesta fue rechazada por el resto de las organizaciones y dirigentes, la moción afirmativa tuvo el 40% de los votos. 

Para muchos, esta idea era sólo una cuestión de carácter organizativo. Pero no haber formalizado la construcción de esta coordinación nacional efectiva terminó siendo fatal para el activismo y la clase trabajadora en el futuro.

La gran ofensiva contra la clase obrera

Con la muerte de Perón, producida el 1° de julio de 1974, asumió la conducción del país Isabel Martínez de Perón o “Isabelita”, que profundizó el ataque contra las condiciones laborales del movimiento obrero.

Por esa razón, a  principios de 1975 la resistencia contra el ajuste y el “Pacto Social” pasarían a transformarse en la tarea central de los trabajadores/as.

En ese contexto y en los hechos, comenzaron a coordinarse las comisiones internas. Lo hacían delegados/as y activistas que buscaban canales propios de expresión de la protesta, entendiendo que era la mejor manera de enfrentar ese verdadero pacto de hambre y explotación que creó Perón y se llevó a fondo durante el gobierno de Isabel  y López Rega.

El rechazo a los planes del gobierno y la movilización obrera dieron un salto a partir del proceso de consolidación de las coordinadoras fabriles que comenzaron a nuclear a las fábricas de distintos gremios de cada zona o región, como las Coordinadoras de Zona Norte, Sur y Oeste -La Matanza- La Plata y Ensenada.

En la Capital Federal se crearon la Coordinadora del Transporte -subtes e interlíneas de colectivos- y la de Capital Norte, organizada alrededor de Graba, una fábrica textil que empleaba a más de cuatro mil obreros.

Algunas empresas importantes que formaron parte de estas Coordinadoras fueron: Ford, los Astilleros Ascarza, Editorial Abril, General Motors, Peugeot, el Frigorífico Swift,  Propulsora Siderúrgica, Fiat, Rigolleau, Mercedes Benz, Alpargatas, Del Carlo, Aceros Johnson, Saiar, Rodhia, Deca, Citroen, Wobron, etc.

También había sectores de los bancarios y docentes. Estos últimos venían de organizar, un año atrás, la CTERA. ¡Así fue que esta forma organizativa continuó extendiéndose!

14250 o Paro Nacional…

El 4 de junio de 1975 asumió como Ministro de Economía Celestino Rodrigo, en momentos en que la burocracia trataba de negociar con el gobierno sin tener que convocar a la huelga general. ¡Pero Isabelita se mantenía inflexible!

Varios gremios, como el SMATA, UOM, UOCRA o textiles lograron aumentos que superaron el 100%, en el marco de una inflación del 170 %. Frente a esta situación el gobierno anuló los acuerdos y otorgó un aumento por decreto del 40%.

El decretazo de Isabelita provocó la explosión de los trabajadores/as, en el marco de la intensificación de las movilizaciones obreras, que seguían desarrollándose en forma independiente de la conducción burocrática de los sindicatos.

Las grandes fábricas pararon el 27 de junio y, desde entonces, se sucedieron diariamente movilizaciones para exigirle a la burocracia peronista que convocara al paro general hasta lograr la homologación de los convenios anulados por el decreto presidencial.

Las marchas organizadas y dirigidas por las coordinadoras, acompañadas por miles se concentraban frente al viejo edificio de la CGT de calle Azopardo, mientras que desde las escalinatas de la Facultad de Ingeniería los activistas denunciaban el plan del gobierno y la necesidad de la huelga general por tiempo indefinido hasta hacerlo caer.

La exigencia era “¡Aplicación de la Ley de Paritarias -14.250- o paro nacional!” El plan de lucha que se estaba desarrollando en los hechos tomó colocó a esta consigna en el centro de sus reivindicaciones.

El 3 de julio las coordinadoras llamaron a una gran movilización hacia la Plaza de Mayo levantando consignas tales como “Abajo Isabel, López Rega y Rodrigo” y “Homologación de los Convenios”. El gobierno ordenó la represión.

La policía atacó la columna de 15.000 compañeros y compañeras de la Zona Norte en Panamericana y General Paz. La Coordinadora de Zona Sur, con 7.000 manifestantes, se enfrentó con la policía en el viejo Puente Pueyrredón, mientras que en Capital más de dos mil obreros de los turnos mañana y tarde fueron gaseados en las puertas de Grafa.

La represión  dejó más de un centenar de trabajadores detenidos. No obstante esto, la movilización obrera se mantuvo y se extendió.

La burocracia, atenazada por la intransigencia del gobierno y las crecientes luchas obreras y sus organismos -que la dinámica estaba transformando en un verdadero “poder dual”- declaró una huelga general de 48 horas, el 7 y 8 de ese mes.

La movilización se transformó en multitudinaria, llegando a más de 100.000 trabajadores/as en Plaza de Mayo. A las 36 horas de convocado el paro, el gobierno se vio obligado a dictar la homologación de los convenios.

Unos días después, el 11 y el 18 de julio respectivamente, cayeron el Ministro de Bienestar Social José López Rega -el huido jefe de la Triple A- y el ministro de Economía Celestino Rodrigo… un triunfo de la lucha obrera independiente.

La fatal ausencia de la Coordinadora Nacional 

Durante estos días de ascenso obrero algunos de los métodos de lucha más utilizados para alcanzar las reivindicaciones reclamadas por las bases -tanto las “económicas” como las más “políticas”- fueron la ocupación de fábricas - incluso en ocasiones con rehenes-; la autodefensa; el ausentismo; la baja deliberada de la productividad; las huelgas de brazos caídos (1); el trabajo a tristeza (2); las huelgas solidarias, etc.

Es importante señalar, por las  enseñanzas que implican para el presente, que en las coordinadoras se expresaban libremente todas las corrientes políticas combativas y revolucionarias.
También, que este proceso marcó el inicio de una transición hacia formas nuevas de organización de los trabajadores/as, ya que se estaba incubando un verdadero poder dual (3) que de contenido cuestionaba la institucionalidad burguesa.

Sin embargo el grave problema de las coordinadoras fue la ausencia de un organismo centralizador de las mismas, o Coordinadora Nacional, que el PST y un sector del activismo había reclamado en el Plenario de Villa Constitución.

Esa ausencia fue fatal, ya que la clase trabajadora quedó totalmente desarmada frente al Golpe de Estado que comenzaba a organizar la burguesía frente al fracaso del gobierno “democrático” de Isabel y compañía.

Cuando los milicos asumieron el poder los trabajadores no tenían una coordinación nacional para enfrentarlos ni organismos de autodefensa efectivos para frenar la tremenda represión que asesinó a miles de los mejores exponentes de esa gran vanguardia combativa que puso en pie las coordinadoras zonales.

La burocracia -que atacó deliberadamente cualquier posibilidad de construcción de este órgano de coordinación nacional- y la ultraizquierda guerrillerista -que mocionó en contra en el Plenario de Villa Constitución- boicoteó la formación de la Coordinadora Nacional.

Estos sectores -obviamente que por diferentes motivos e intenciones- le quitaron a la clase trabajadora la posibilidad de contar con una gran Coordinadora Nacional, una ausencia que significó un retroceso enorme en la relación de fuerzas entre las clases en este país.

Más allá de este balance, el proceso de autoorganización llevado a cabo por los trabajadores/as durante la década del setenta debe ser un ejemplo para la nueva vanguardia obrera que se está poniendo al frente de los conflictos.

Para enfrentar con éxito el plan de ajuste y saqueo de Cristina y sus gobernadores/as, debemos rodear de solidaridad a todas las luchas, instalando entre sus bases la necesidad de que se fortalezcan y coordinen entre sí, ya que la ofensiva gubernamental reclama la utilización de los métodos más duros.

La coordinación sindical y política es una herramienta que la clase obrera creó luego de años de experiencia, una metodología que va de la mano de la toma de fábricas, los bloqueos, los piquetes de autodefensa, el fondo de huelga, etc.

Las viejas generaciones de luchadores y luchadoras tenemos, en ese sentido, que ayudar a recuperar la memoria histórica del movimiento obrero -cuya historia empezó mucho antes que el peronismo- ayudando a recuperar estos métodos. 


Referencias:

1) Huelga de brazos caídos: o huelga a pie de fábrica, en las que los trabajadores/as no abandonan las instalaciones de la empresa, se establecen turno de relevo para ocuparla permanentemente. 2) Trabajo a tristeza: Trabajo a desgano, a reglamento. 3) Poder dual: situación contradictoria donde existen dos poderes.

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