Por Osvaldo Martín "Pontoni", dirigente de la interna de Rigolleau y de la Coordinadora Zona Sur
La burguesía necesitaba a Perón para frenar la marea
clasista de los obreros y las obreras, en unidad con los estudiantes del
Cordobazo, de manera de impedir que esa combatividad antipatronal y antiburocrática
llegara al corazón del proletariado: el conurbano bonaerense.
Para eso, luego de la vuelta en 1973 de Perón, con el prestigio
que tenía dentro de la clase obrera -sumado al Gran Acuerdo Nacional (GAN)
con la UCR y sectores de las FFAA que respondían al
general Lanusse- se concretó el “Pacto Social”.
Con la implementación de dicho pacto, muy pronto la clase
obrera se dio cuenta de que Perón, junto a su “amigo” Balbín, se habían
unido para hacer recaer la crisis sobre
las espaldas de los trabajadores/as, ya que se habían suspendido las
negociaciones colectivas y congelado los salarios.
Con esa “tregua” social, la patronal sentía que tenía las
manos libres para despedir a los trabajadores/as, mientras que la Ley de
Asociaciones Profesionales le garantizaba el control de los gremios a través de
la burocracia sindical peronista.
Era tan grande el prestigio del viejo caudillo entre los
trabajadores/as, que muchos obreros decían que “el Viejo venía para hacer la Revolución Socialista ”.
Sin embargo, a pesar de estas ilusiones, debido al ajuste y la complicidad de
las burocracias, crecía el descontento de los obreros.
Esta situación fue la base de apoyo sobre la cual se comenzó
a reorganizar el clasismo y la estructuración de la izquierda revolucionaria
dentro del movimiento obrero, donde fue ganando Comisiones Internas de fábricas
e incluso varios sindicatos. Al mismo tiempo aparecía y se extendía una
vanguardia numerosa de delegados/as y activistas.
El plenario de Villa y la Coordinadora
Nacional
En marzo de 1974, durante el Plenario de Villa Constitución
convocado por la UOM
para celebrar el triunfo contra la burocracia, se habían hecho presentes la
mayoría de las organizaciones de
izquierda: PRT/El Combatiente, Vanguardia Comunista, PCR, FAS, PST, Política
Obrera, etc.
También participaron dirigentes sindicales de la talla de
Tosco, Salamanca, Suffi, Bizi –referentes importantes del Cordobazo- Piccinini,
y otros.
Allí se generó un debate acalorado alrededor de la necesidad
o no de encarar la construcción de una coordinadora nacional para apoyar los
conflictos y organizar la autodefensa contra la burocracia y los grupos de
choque de la Triple A
comandada por López Rega.
Nuestro partido, el PST, acompañado por grupos menores mocionó
la propuesta de poner en pie esa coordinadora. A pesar de que esta propuesta
fue rechazada por el resto de las organizaciones y dirigentes, la moción
afirmativa tuvo el 40% de los votos.
Para muchos, esta idea era sólo una cuestión de carácter organizativo.
Pero no haber formalizado la construcción de esta coordinación nacional
efectiva terminó siendo fatal para el activismo y la clase trabajadora en el
futuro.
La gran ofensiva contra la clase obrera
Con la muerte de Perón, producida el 1° de julio de 1974,
asumió la conducción del país Isabel Martínez de Perón o “Isabelita”, que
profundizó el ataque contra las condiciones laborales del movimiento obrero.
Por esa razón, a
principios de 1975 la resistencia contra el ajuste y el “Pacto Social”
pasarían a transformarse en la tarea central de los trabajadores/as.
En ese contexto y en los hechos, comenzaron a coordinarse
las comisiones internas. Lo hacían delegados/as y activistas que buscaban
canales propios de expresión de la protesta, entendiendo que era la mejor
manera de enfrentar ese verdadero pacto de hambre y explotación que creó Perón
y se llevó a fondo durante el gobierno de Isabel y López Rega.
El rechazo a los planes del gobierno y la movilización obrera
dieron un salto a partir del proceso de consolidación de las coordinadoras
fabriles que comenzaron a nuclear a las fábricas de distintos gremios de cada
zona o región, como las Coordinadoras de Zona Norte, Sur y Oeste -La Matanza- La Plata y Ensenada.
En la Capital Federal se crearon la Coordinadora del
Transporte -subtes e interlíneas de colectivos- y la de Capital Norte,
organizada alrededor de Graba, una fábrica textil que empleaba a más de cuatro
mil obreros.
Algunas empresas importantes que formaron parte de estas Coordinadoras
fueron: Ford, los Astilleros Ascarza, Editorial Abril, General Motors, Peugeot,
el Frigorífico Swift, Propulsora
Siderúrgica, Fiat, Rigolleau, Mercedes Benz, Alpargatas, Del Carlo, Aceros Johnson,
Saiar, Rodhia, Deca, Citroen, Wobron, etc.
También había sectores de los bancarios y docentes. Estos
últimos venían de organizar, un año atrás, la CTERA. ¡Así fue que esta forma
organizativa continuó extendiéndose!
14250 o Paro Nacional…
El 4 de junio de 1975 asumió como Ministro de Economía
Celestino Rodrigo, en momentos en que la burocracia trataba de negociar con el
gobierno sin tener que convocar a la huelga general. ¡Pero Isabelita se
mantenía inflexible!
Varios gremios, como el SMATA, UOM, UOCRA o textiles
lograron aumentos que superaron el 100%, en el marco de una inflación del 170
%. Frente a esta situación el gobierno anuló los acuerdos y otorgó un aumento por
decreto del 40%.
El decretazo de Isabelita provocó la explosión de los
trabajadores/as, en el marco de la intensificación de las movilizaciones obreras,
que seguían desarrollándose en forma independiente de la conducción burocrática
de los sindicatos.
Las grandes fábricas pararon el 27 de junio y, desde
entonces, se sucedieron diariamente movilizaciones para exigirle a la
burocracia peronista que convocara al paro general hasta lograr la homologación
de los convenios anulados por el decreto presidencial.
Las marchas organizadas y dirigidas por las coordinadoras,
acompañadas por miles se concentraban frente al viejo edificio de la CGT de calle Azopardo,
mientras que desde las escalinatas de la Facultad de Ingeniería los activistas denunciaban
el plan del gobierno y la necesidad de la huelga general por tiempo indefinido
hasta hacerlo caer.
La exigencia era “¡Aplicación de la Ley de Paritarias -14.250- o
paro nacional!” El plan de lucha que se estaba desarrollando en los hechos tomó
colocó a esta consigna en el centro de sus reivindicaciones.
El 3 de julio las coordinadoras llamaron a una gran
movilización hacia la Plaza de Mayo levantando consignas tales como “Abajo
Isabel, López Rega y Rodrigo” y “Homologación de los Convenios”. El gobierno ordenó
la represión.
La policía atacó la columna de 15.000 compañeros y
compañeras de la Zona Norte
en Panamericana y General Paz. La Coordinadora de Zona Sur, con 7.000
manifestantes, se enfrentó con la policía en el viejo Puente Pueyrredón,
mientras que en Capital más de dos mil obreros de los turnos mañana y tarde
fueron gaseados en las puertas de Grafa.
La represión dejó más
de un centenar de trabajadores detenidos. No obstante esto, la movilización
obrera se mantuvo y se extendió.
La burocracia, atenazada por la intransigencia del gobierno
y las crecientes luchas obreras y sus organismos -que la dinámica estaba
transformando en un verdadero “poder dual”- declaró una huelga general de 48
horas, el 7 y 8 de ese mes.
La movilización se transformó en multitudinaria, llegando a
más de 100.000 trabajadores/as en Plaza de Mayo. A las 36 horas de convocado el
paro, el gobierno se vio obligado a dictar la homologación de los convenios.
Unos días después, el 11 y el 18 de julio respectivamente,
cayeron el Ministro de Bienestar Social José López Rega -el huido jefe de la
Triple A- y el ministro de Economía Celestino Rodrigo… un triunfo de la lucha
obrera independiente.
La fatal ausencia de la Coordinadora Nacional
Durante estos días de ascenso obrero algunos de los métodos
de lucha más utilizados para alcanzar las reivindicaciones reclamadas por las
bases -tanto las “económicas” como las más “políticas”- fueron la ocupación de
fábricas - incluso en ocasiones con rehenes-; la autodefensa; el ausentismo; la
baja deliberada de la productividad; las huelgas de brazos caídos (1); el
trabajo a tristeza (2); las huelgas solidarias, etc.
Es importante señalar, por las enseñanzas que implican para el presente, que
en las coordinadoras se expresaban libremente todas las corrientes políticas
combativas y revolucionarias.
También, que este proceso marcó el inicio de una transición
hacia formas nuevas de organización de los trabajadores/as, ya que se estaba
incubando un verdadero poder dual (3) que de contenido cuestionaba la
institucionalidad burguesa.
Sin embargo el grave problema de las coordinadoras fue la
ausencia de un organismo centralizador de las mismas, o Coordinadora Nacional,
que el PST y un sector del activismo había reclamado en el Plenario de Villa
Constitución.
Esa ausencia fue fatal, ya que la clase trabajadora quedó
totalmente desarmada frente al Golpe de Estado que comenzaba a organizar la
burguesía frente al fracaso del gobierno “democrático” de Isabel y compañía.
Cuando los milicos asumieron el poder los trabajadores no
tenían una coordinación nacional para enfrentarlos ni organismos de autodefensa
efectivos para frenar la tremenda represión que asesinó a miles de los mejores
exponentes de esa gran vanguardia combativa que puso en pie las coordinadoras
zonales.
La burocracia -que atacó deliberadamente cualquier
posibilidad de construcción de este órgano de coordinación nacional- y la ultraizquierda
guerrillerista -que mocionó en contra en el Plenario de Villa Constitución- boicoteó
la formación de la Coordinadora Nacional.
Estos sectores -obviamente que por diferentes motivos e
intenciones- le quitaron a la clase trabajadora la posibilidad de contar con
una gran Coordinadora Nacional, una ausencia que significó un retroceso enorme
en la relación de fuerzas entre las clases en este país.
Más allá de este balance, el proceso de autoorganización
llevado a cabo por los trabajadores/as durante la década del setenta debe ser un
ejemplo para la nueva vanguardia obrera que se está poniendo al frente de los
conflictos.
Para enfrentar con éxito el plan de ajuste y saqueo de
Cristina y sus gobernadores/as, debemos rodear de solidaridad a todas las
luchas, instalando entre sus bases la necesidad de que se fortalezcan y
coordinen entre sí, ya que la ofensiva gubernamental reclama la utilización de
los métodos más duros.
La coordinación sindical y política es una herramienta que
la clase obrera creó luego de años de experiencia, una metodología que va de la
mano de la toma de fábricas, los bloqueos, los piquetes de autodefensa, el
fondo de huelga, etc.
Las viejas generaciones de luchadores y luchadoras tenemos,
en ese sentido, que ayudar a recuperar la memoria histórica del movimiento
obrero -cuya historia empezó mucho antes que el peronismo- ayudando a recuperar
estos métodos.
Referencias:
1) Huelga de brazos caídos: o huelga a pie de fábrica, en
las que los trabajadores/as no abandonan las instalaciones de la empresa, se
establecen turno de relevo para ocuparla permanentemente. 2) Trabajo a
tristeza: Trabajo a desgano, a reglamento. 3) Poder dual: situación
contradictoria donde existen dos poderes.
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