sábado, 5 de enero de 2008

Polémica en las Filas de la Izquierda
La Necesidad de la Autodefensa


En la reunión realizada el 3 de enero (en la CTA Capital) para coordinar el apoyo a la lucha del Casino, se planteó un importantísimo debate: ¿Qué se debe hacer frente al accionar represivo oficial y a las patotas que golpean a los luchadores, como sucedió en las huelgas del Subte y el Casino?

Ese día, nuestros compañeros propusieron impulsar la formación de piquetes de autodefensa, una posición, que no fue compartida por los dirigentes de la izquierda allí presentes. Algunos, como José Montes del PTS, porque para su partido no existirían las “condiciones para aplicar esa política”, y otros, como el máximo referente del Cuerpo de Delegados del Subte -Beto Pianelli-, porque, para él, lo único que habría que hacer es “exigirle al Estado que garantice la libertad de protesta…”

Beto Pianelli, a quien respetamos como luchador, se equivoca feo. No basta con movilizarse para exigir el cumplimiento de las libertades. Para defenderlas en serio, hoy que éstas están siendo atacadas por el kirchnerismo, ¡se debe usar la misma dureza que se planteó para conquistarlas! De allí la necesidad de los piquetes. Lamentablemente Pianelli es consecuente con lo que plantea. Por eso, en vez de organizar los piquetes de activistas para detener a las patotas en la última huelga, dejó que los matones de la burocracia se pasearan provocativamente por los túneles sin ningún impedimento.

Este hecho, que significó un paso atrás del Cuerpo de Delegados de Metrovías, sirvió, por un lado para desmoralizar a sus trabajadores, y por el otro para desdibujar a la conducción combativa de Metrovías frente al conjunto del movimiento obrero, que hasta hace no muy poco la tenía como una referencia. También se equivoca Montes, quien por más que en la reunión del 3 de enero intentó diferenciarse de Pianelli, terminó coincidiendo con él –aunque con otros argumentos- en lo fundamental: ¡para los dos no se puede ni se debe impulsar la autodefensa!

No es cierto, como explica el compañero, que no existen condiciones para aplicar esa línea. Los heroicos petroleros de Las Heras demostraron ya hace más de un año su disposición para enfrentar con dureza a la policía kirchnerista. Lo mismo hicieron los pibes del Casino y de Pagoda, pero también esas decenas de trabajadores de Metrovías, que el día del paro del Subte, permanecieron en sus cabeceras esperando que los dirigentes los organizaran para echar a los matones de la burocracia.

Ahora, en momentos en que la clase obrera ha vuelto a ocupar su lugar en la lucha de clases, es cuando retornan, justamente, las mejores tradiciones y los métodos del proletariado. Por eso, junto con las asamblelas, los fondos de huelga y las huelgas, reaparecen los piquetes para defender estas huelgas y asambleas. El problema de la mayor parte de la izquierda es que su adaptación al régimen, después de años de democracia burguesa y de derrotas, terminó atándole las manos, la iniciativa política y la vocación de poder.

De acá en más, para impulsar con todo las luchas y desarrollar audazmente sus herramientas más avanzadas, será necesario construir una izquierda distinta, una tarea que debemos abordar todos los que nos resistimos a este lamentable proceso de socialdemocratización que abarca a las organizaciones más importantes. La pelea contra el pacifismo pequeñoburgués de estos dirigentes es parte sustancia. de la lucha por la reconstrucción de esa herramienta revolucionaria que reclaman las circunstancias.

Casino, Mafisa, Pagoda, Subte:
Para frenar la ofensiva de los patrones y el gobierno
Solidaridad, Asambleas y Piquetes de Autodefensa


La vanguardia de este nuevo proletariado, forjado por la reconversión económica y las traiciones de la burocracia sindical, ex inexperta, muy débil y no cuenta aún con una visión política independiente.
Sin embargo los nuevos activistas cuentan con una virtud de “nacimiento”: no tienen practicamente puntos de contacto ni de acercamiento con los viejos burócratas sindicales del PJ o los "nuevos" dirigentes conciliadores de la CTA y demás aparatos burocráticos.

No les gusta que los “lleven de las narices” ni que los “aparateen”; sino que pretenden “decidir” todo ellos mismos. Esa característica, sumada al hecho de que la izquierda – con todos sus errores y dispersión - sigue siendo el único sector político que apoya las luchas, acerca objetivamente a la vanguardia a las posiciones de los socialistas, creando una situación favorable para comenzar a construir una nueva conducción obrera.

Para que esta nueva vanguardia se convierta en referencia del conjunto tendrá que pasar por varias pruebas, comenzando por la de organizar los conflictos con la dureza que reclaman las actuales circunstancias, ya que el gobierno y las patronales han declarado una verdadera guerra en contra de las luchas y los luchadores (Pagoda, Casino, Subte, Mafisa, etc.) La crisis de los de arriba y el ascenso obrero en curso continúan siendo el marco propicio para salir a pelear y para extender la resistencia. Sin embargo, eso solo no garantiza el triunfo de las luchas, para lo cual habrá que endurecer cada una de las medidas de acción directa que se planteen de aquí en más.

El primer paso hacia ese necesario endurecimiento pasa por impulsar las asambleas de base: ¡No habrá posibilidad de encarar ninguna pelea importante sin el compromiso activo de todos los trabajadores involucrados en la misma! En ese sentido, los activistas combativos tienen que ser pacientes. No deben “pisar el palito” de las provocaciones patronales, ya que los de arriba siempre los empujarán para que salgan a la lucha con poca preparación y aislados.

Cortarse solos no sirve. Por más heroismo y decisión que existan, si las luchas salen mal organizadas, aisladas y sin la convicción del conjunto, se perderán y desmoralizarán al resto de los luchadores. Las comisiones internas y las agrupaciones deberán utilizar todos los recursos que tengan a su disposición y todo el arsenal "táctico" con que cuenta el movimiento obrero argentino en su larga y rica historia de lucha.

En algunos casos, aprovechando "tácticamente" las contradicciones interburocráticas, para reclamarle a estos dirigentes la convocatoria de asambleas y reuniones de delegados. Y en otros, impulsando –lisa y llanamente- el desborde de los “cuerpos orgánicos” conducidos por los traidores. Junto con esto, las asambleas, las internas y las agrupaciones tendrán que tomar en sus manos la tarea de preparar la defensa activa y militante de las huelgas y de los luchadores, poniendo en pie los piquetes obreros para frenar los ataques de la policía o la burocracia, como los que montaron en el Casino, Textil Pagoda o el Subte.

Los trabajadores del Casino y de Pagoda, que se enfrentaron heroicamente con la policía de Rodríguez Saá y la prefectura kirchnerista, nos dieron la pauta de que exiten condiciones más que avanzadas para organizar esos piquetes. La izquierda y las agrupaciones combativas tienen la obligación política de alentarlos y de ponerse a disposición de los nuevos dirigentes y de los organismos de lucha para sumarse a esta cada vez más necesaria autodefensa obrera.

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