viernes, 1 de junio de 2012

Fuera las manos del gobierno de la CGT

La CGT se está por partir debido a una interna feroz. Por un lado Moyano y su gente -que se han pasado con armas y bagaje a la oposición- y por el otro los “gordos” de Gerardo Martínez, Lezcano, Caló, West Ocampo y Barrionuevo, que cuentan con el apoyo del gobierno.  

Si analizáramos esto en abstracto, podríamos asegurar que se trata de una simple pelea entre dos sectores burocráticos, dispuestos a todo con tal de mantener los negocios que realizan entregando las luchas o recibiendo prebendas del estado. 

Sin embargo, más allá de que todo esto es cierto, no constituye la esencia del conflicto, que va más allá de las disputas habituales entre camarillas. El problema es que desde el gobierno han decidido cambiar a Moyano para imponer una dirección sindical dispuesta a acompañar la profundización del plan de ajuste y saqueo.

Y en ese sentido Cristina está preparada para todo, tanto que no tiene ningún empacho en mostrarse junto al ex agente de la dictadura Gerardo Martínez, el “modelo” de sindicalista que desearía ver al frente de los destinos del movimiento obrero.

Este personaje no solo marcaba compañeros durante la época del Proceso, sino que conduce el gremio que cuenta con los peores sueldos, por lo tanto el “techo” al que aspiran tanto desde el gobierno como desde el empresariado para zafar de la crisis y mantener la “competitividad”. 

Por todo esto Cristina no va sólo contra Moyano, sino que arremete contra los sueldos de los empleados que este sindicalista -y sus aliados- representan. Por ejemplo, los camioneros o los técnicos aeronáuticos, muchos de los cuales cobran cifras superiores a los $10.000.- 

La izquierda no puede abstenerse frente a esta pelea por el control de la CGT, haciendo propaganda de cómo funcionaría la central obrera si estuviera en manos de luchadores honestos y combativos como el Poke Hermosilla o el Pollo Sobrero. 

Debe involucrarse más activamente. No para defender a Moyano, sino para impedir que el gobierno imponga a sus empleados más serviles, como Martínez, Caló o Lezcano. ¡Es que la CGT no le pertenece a ningún burócrata, sino a los trabajadores!

Los dirigentes obreros más representativos de la izquierda -que son muchos- tendrían que proponerle públicamente a Moyano algunas medidas concretas para frenar el avance del gobierno contra la CGT: 

En primer lugar, reclamándole que convoque a elecciones usando el método que él mismo propuso tiempo atrás, convocando a elección del Consejo Directivo mediante el voto directo de los trabajadores, junto con la implementación de la representación proporcional para garantizar la presencia de las minorías en la conducción.

En segundo término, exigiéndole que independientemente de la elección, convoque a asambleas en todos los gremios para votar un Paro Nacional y un plan de lucha por un aumento salarial significativo y en contra de los despidos. 

¡De hacerlo contaría con el apoyo del conjunto de los trabajadores, incluso los representados por el CTA y los “gordos”, ya que la mayoría está sufriendo horrores por la caída de los sueldos debido al impuesto inflacionario que aplica el gobierno!  

La izquierda tendría que llevar estas propuestas a todas las empresas y establecimientos, impulsando asambleas y plenarios de delegados que se posicionen a favor de las mismas. 

De esta manera, además de incidir en la crisis de la CGT, aparecería como una opción frente a los trabajadores de los sindicatos más importantes del país, que son los lugares en donde la burocracia aún mantiene cierto poderío. 

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