Después de un mes de una durísima huelga por aumento salarial, protagonizada por los trabajadores de la salud neuquinos -que además del paro incluyó movilizaciones, cortes de ruta, escraches, bloqueos y marchas con la comunidad- se terminó firmando un acuerdo con el gobierno del MPN.
En términos económicos el
aumento conseguido fue muy bajo, ya que rondará el 20%, llevando el salario
inicial de un agente operativo de $4.400.- a $5.800.- ¡Muy lejos de los 10.000
que le dieron a la Policía!
Además existiría un compromiso de no aplicar descuentos de días caídos ni
sumarios.
Sin embargo, lo más
importante del conflicto es que los compañeros volvieron a sus lugares de
trabajo con la moral alta y dispuestos a volver a pelear. Esta situación tiene
que ver con la fuerza, la organización y la masividad que construyeron a lo
largo del conflicto.
En ese sentido, muchos
luchadores y luchadoras asumieron que este era un “repliegue táctico”, debido a
que el conflicto -debilitado por el período vacacional y la política de boicot
de la burocracia sindical de ATE- no estaba en su mejor momento.
Los burócratas y el gobernador
Sapag conocen mejor que nadie esta cuestión; por lo tanto se jugarán a impedir
que los hospitalarios vuelvan a parar. Y también, a aislar al resto de los empleados
del estado, que como los docentes, ya salieron a reclamar los 10.000.- que le
dieron a la policía.
Los dirigentes de ATE -garantes de la “paz social” al servicio del Ajuste y el Saqueo de Cristina y Sapag- trabajaron para esto durante todo el conflicto, boicoteando toda posibilidad de plan de lucha unificado con el resto de los estatales; que era la única manera de imponer lo que se pedía.
También para minarles las fuerzas
a las asambleas conjuntas de afiliados y no afiliados y a la Interhospitalaria,
que fue el organismo de coordinación y unificación dentro del cual se discutían
y votaban los mandatos provenientes de las asambleas de todos los
establecimientos de la provincia.
¡Los burócratas hicieron todo
esto para desviar el proceso -que tuvo un carácter asambleario e independiente-
hacia los “cuerpos orgánicos” del sindicato, como el plenario de delegados, que
fue el espacio dentro del cual se terminó definiendo la firma del acuerdo!
A diferencia de la Interhospitalaria
-donde las bases condujeron la lucha mediante asambleas masivas- en el plenario
mandan los burócratas, apoyándose en los delegados que les responden directamente
y en los sectores más conservadores y de retaguardia.
Las organizaciones de
izquierda con más peso dentro de los hospitales, como el PTS - al frente de la Junta Interna del hospital más
grande - y el PO -con esa misma ubicación, pero en Plottier- no defendieron con
uñas y dientes la gran conquista organizativa que fue la interhospitalaria.
Sus dirigentes terminaron aceptando
la “disciplina” del plenario de delegados, facilitando así el accionar a los
burócratas. Si el repliegue se hubiese resuelto en el marco de la Interhospitalaria,
se habría fortalecido y legitimado este órgano de decisión independiente de la
burocracia y de las estructuras sobre las que impone su poderío.
De esa manera los compañeros estarían
en mejores condiciones de salir a pelear rápidamente y de terminar de liquidar
a ese verdadero cáncer que es la burocracia sindical.
Más allá de esto, quedó
demostrado que cuando las bases desbordan los diques burocráticos de contención
son capaces de construir organismos de lucha superiores a los sindicatos, que en
definitiva son instituciones obreras creadas para épocas de “paz” y
negociaciones con los patrones y su estado.
La experiencia de la Interhospitalaria
debe servirles a los luchadores y la izquierda para entender que la clase
trabajadora argentina -que está peleando con dureza contra el ajuste- ha
comenzado a recuperar los métodos más radicalizados, como la autoconvocatoria,
las coordinadoras y los piquetes!
La complicidad de la
burocracia sindical con las políticas antiobreras de Cristina es tan grande,
que se multiplicará este tipo de “desbordes” a las conducciones traidoras y que,
por lo tanto se continuarán desarrollando herramientas de organización
similares a la
Interhospitalaria.
De acá en más y sin relegar
la disputa por la conducción de los sindicatos -principalmente de sus
organismos de base- habrá que ponerse al frente del impulso de estos organismos
de decisión y coordinación independientes.
Esos espacios democráticos le
darán su propia impronta y dinamismo a las próximas batallas obreras, levantando
los pliegos de reclamos más avanzados y organizando las huelgas más
radicalizadas, que al transformarse en ejemplo para el conjunto ubicarán a sus
promotores como alternativa de dirección.
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