jueves, 5 de junio de 2014

El fantasma de las coordinadoras de la década del 70 aterroriza a la burocracia sindical


La mayoría de los burócratas sindicales están más que asustados debido al desarrollo de decenas de comisiones internas y agrupaciones combativas. Todos saben que esta situación pone al día la posibilidad de que vuelvan a desarrollarse organismos de lucha antipatronales, antigubernamentales y antiburocráticos similares a las coordinadoras de los 70.

Para conocer un poco acerca de ese “fantasma” que les quita el sueño los dirigentes traidores, las patronales y Cristina, entrevistamos a Osvaldo Martín “Pontoni”, que como dirigente de la comisión interna de Rigolleau y militante del PST fue uno de los fundadores de la Coordinadora de Zona Sur en 1974.

“En el 74 entré a trabajar en esa fábrica, una las peores pagas de la zona, donde existía mucha bronca con la burocracia, lo cual nos ayudó a construir una nueva agrupación -la Naranja- que ganó la Comisión Interna.”

“A pesar de que no pude ser candidato -por falta de antigüedad- fui incorporado a la interna por pedido de los activistas, que le impusieron mi reconocimiento a la patronal y el sindicato. Además fui presidente de la Agrupación Unidad Obrera, que reunía a más de doscientos compañeros.” 

ET: ¿Esta agrupación era sólo de camaradas del PST?

OM: No… estaba integrada por activistas de nuestro partido y otros del PRT/ERP, Peronismo de Base, FAS, Montoneros, UCR, Vanguardia Comunista, PO. Esta unidad, a pesar de las diferencias, funcionaba muy bien. ¡Rigolleau era una verdadera fábrica de activistas! 

ET: ¿Cómo surgieron las coordinadoras?

OM: Perón trató de aprovechar su prestigio para gobernar descargandola crisis sobre las espaldas obreras, una política que después profundizaron Isabelita y López Rega, anulado las paritarias para imponer un aumento varias veces por debajo de la inflación.

Debido a esto, a fines del 74 muchos comenzamos a unir nuestros reclamos a través de la coordinación de las internas, cuerpos de delegados y activistas, formando las Coordinadoras de Norte, Sur, Matanza, La Plata y Ensenada. En Capital surgió la del Transporte -subtes y colectivos- y otra alrededor de Grafa, una textil que empleaba a 4.200 obreros.

Había compañeros compañeras de Ford, Astarsa,  Editorial Abril, General Motors, Peugeot, Swift, Propulsora Siderúrgica, Fiat, Rigolleau, Mercedes Benz, Alpargatas, Del Carlo, Aceros Jhonson, Saiar, Rodhia e incluso los docentes, que venían de fundar la CTERA. 

ET: ¿Cuáles fueron las primeras acciones importantes?

OM: El 27 de junio del 75 paramos las grandes fábricas y empezamos a marchar para exigirle a la burocracia peronista un paro general para homologar los convenios anulados por Isabel. ¡14.250 -Ley de Paritarias- o Paro Nacional… era la consigna más cantada!

El 3 de julio llamamos a una movilización a Plaza de Mayo. Las columnas de 15.000 obreros de la Coordinadora de Norte y de 7000 de Sur chocaron con la policía en Panamericana y General Paz y en el Puente Pueyrredón, mientras que en Capital más de dos mil fueron gaseados en las puertas de Grafa. 

ET: ¿Esta presión obligó a la burocracia a pelear?

OM: Presionados por todo esto y las tomas tuvieron que declarar una Huelga General de 48 horas para el 7 y 8 de Julio y una movilización a Plaza de Mayo. A las 36 horas del paro -Rodrigazo- el gobierno tuvo que anunciar la homologación de los convenios. Unos días después cayeron el Ministro de Bienestar Social, José López Rega y el de Economía, Celestino Rodrigo. 

ET: ¿Cómo eran las coordinadoras?

OM: No aparecieron de manera espontánea; fueron promovidas pacientemente por las fuerzas revolucionarias, trabajando codo a codo. Un proceso parecido al que se está desarrollando con la Interfabril del Parque Industrial de Pilar, que de a poquito se está transformando en referencia.

Para alcanzar nuestras reivindicaciones, además de las huelgas, utilizábamos otros métodos más duros, como la ocupación de las fábricas -a veces con los ejecutivos adentro-, la organización de piquetes de autodefensa o la baja deliberada de la productividad. 

ET: ¿Cuáles son las enseñanzas que dejó este proceso?

OM: La primera fue la falta de una Coordinadora Nacional que unificara el conjunto, no por culpa de la “debilidad” del activismo sino por la política deliberada de los dirigentes sindicales más reconocidos -como Tosco, Piccinini y Salamanca- que la boicotearon. El resultado fue trágico, ya que los trabajadores no pudimos enfrentar el golpe del 76 de manera organizada.

Sin embargo, a pesar de la derrota provocada por la represión militar, el método de la coordinación reapareció años después en distintas oleadas de luchas, como durante la huelga ferroviaria de 46 días del 90, el Maestrazo o las autoconvocatorias docentes de 2001 y 2014.

Lo más importante es que esta dinámica -que tenemos que empujar con todo y sin sectarismos- ahora se está metiendo en el lugar estratégico, la clase obrera industrial. 

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