viernes, 15 de agosto de 2014

Estatización bajo control obrero de Donnelley y todas las empresas que suspendan o despidan.

Una cooperativa no resolverá nada

Luego de ganar fortunas explotando a sus trabajadores los dueños de Donnelley cerraron la fábrica provocando una situación de zozobra tan grande que hasta la propia Cristina tuvo que expresarse, amenazando con la aplicación de la ley “Antiterrorista”.

Sin embargo ni la presidenta ni su ministro Tomada ofrecieron salidas concretas para resolver el cierre -que afecta a 400 familias- salvo alentar la posibilidad de que Donnelley se transforme en una “cooperativa”. 

¡De concretarse, esto empeoraría la situación, porque los trabajadores deberían hacerse cargo de los gastos de una compañía, que para funcionar y mantenerse requiere la inversión de cuantiosos capitales, que solamente tienen las grandes empresas privadas o estatales! 

En el actual escenario de recesión económica mundial los trabajadores tendrían que competir apelando a las reglas de juego que de las grandes compañías, que para mantenerse en un mercado cada vez más chico bajan los costos laborales y aumentan los ritmos de trabajo. 

La gestión obrera en estas condiciones obligaría a la autoexplotación y a la pérdida de sus integrantes de la condición de asalariados convencionados, ya que la cooperativa reparte de acuerdo a lo que produce y vende. 

La situación de Ceramica Zanón es una demostración de estos límites. En Neuquén, donde el costo de vida es superior al de Buenos Aires, el sueldo promedio de sus operarios no alcanza la suma de $5000.-

Si Zanón formara parte del estado los compañeros podrían pelear por un sueldo como el de los docentes y para destinar la producción al abastecimiento de las obras públicas, como la construcción de viviendas, escuelas, hospitales, etc.  

El estado tiene que hacerse cargo  

Debe ser el estado el que se haga cargo de Donneley, incautándola -como medida de “necesidad y urgencia”- y poniéndola a trabajar en función de la enorme demanda que ya existe en materia de publicaciones relacionadas a la salud, la educación y otras áreas públicas.  

Obviamente que esta expropiación no tiene que resolverse a la manera de Repsol, o sea entregándoles miles de millones de dólares de indemnización a sus vaciadores. ¡No hay que pagarles un solo peso a estos verdaderos buitres!

Para imponer esta solución hay que mantener la ocupación, rodeándola con la solidaridad activa de todos los trabajadores del gremio y del país y defendiéndola con piquetes obreros que impidan cualquier maniobra de la patronal o del gobierno. 

Si ganan los obreros de Donnelley su triunfo marcará un rumbo, porque los miles que están enfrentando los despidos y las suspensiones asumirán la necesidad de emprender la pelea por la estatización -bajo control obrero- de sus fábricas y empresas.

En las asambleas y plenarios de delegados hay que exigir que se concrete la huelga general que prometieron Moyano y compañía, transformándola en un Paro Activo Nacional por la defensa de los puestos de trabajo, el salario y las conquistas. 

Hay que hacer el paro y un plan de lucha reclamándole al gobierno que deje de pagar la deuda a los usureros internacionales y que utilice esos fabulosos fondos para la defensa de las fuentes laborales y la creación de nuevas fábrica y empresas.

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