Una cooperativa no resolverá nada
Luego de ganar fortunas explotando a sus trabajadores los dueños de Donnelley cerraron la fábrica provocando una situación de zozobra tan grande que hasta la propia Cristina tuvo que expresarse, amenazando con la aplicación de la ley “Antiterrorista”.
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Luego de ganar fortunas explotando a sus trabajadores los dueños de Donnelley cerraron la fábrica provocando una situación de zozobra tan grande que hasta la propia Cristina tuvo que expresarse, amenazando con la aplicación de la ley “Antiterrorista”.
Sin embargo ni la presidenta ni su ministro Tomada
ofrecieron salidas concretas para resolver el cierre -que afecta a 400 familias-
salvo alentar la posibilidad de que Donnelley se transforme en una
“cooperativa”.
¡De concretarse, esto empeoraría
la situación, porque los trabajadores deberían hacerse cargo de los gastos de una
compañía, que para funcionar y mantenerse requiere la inversión de cuantiosos
capitales, que solamente tienen las grandes empresas privadas o estatales!
En el actual escenario de recesión económica mundial los
trabajadores tendrían que competir apelando a las reglas de juego que de
las grandes compañías, que para mantenerse en un mercado cada vez más chico bajan los costos laborales y aumentan los ritmos de trabajo.
La gestión obrera en estas condiciones obligaría a la autoexplotación
y a la pérdida de sus integrantes de la condición de asalariados convencionados, ya que la
cooperativa reparte de acuerdo a lo que produce y vende.
La situación de Ceramica Zanón es una demostración de estos límites.
En Neuquén, donde el costo de vida es superior al de Buenos Aires, el sueldo promedio
de sus operarios no alcanza la suma de $5000.-
Si Zanón formara parte del estado los compañeros podrían
pelear por un sueldo como el de los docentes y para destinar la producción al abastecimiento de las obras públicas, como la construcción de viviendas, escuelas,
hospitales, etc.
El estado tiene que
hacerse cargo
Debe ser el estado el que se haga cargo de Donneley, incautándola
-como medida de “necesidad y urgencia”- y poniéndola a trabajar en función de
la enorme demanda que ya existe en materia de publicaciones relacionadas a la
salud, la educación y otras áreas públicas.
Obviamente que esta expropiación no tiene que resolverse a
la manera de Repsol, o sea entregándoles miles de millones de dólares de
indemnización a sus vaciadores. ¡No hay que pagarles un solo peso a estos
verdaderos buitres!
Para imponer esta solución hay que mantener la ocupación,
rodeándola con la solidaridad activa de todos los trabajadores del gremio y del
país y defendiéndola con piquetes obreros que impidan cualquier maniobra de la
patronal o del gobierno.
Si ganan los obreros de Donnelley su triunfo marcará un
rumbo, porque los miles que están enfrentando los despidos y las suspensiones
asumirán la necesidad de emprender la pelea por la estatización -bajo control
obrero- de sus fábricas y empresas.
En las asambleas y plenarios de delegados hay que exigir que
se concrete la huelga general que prometieron Moyano y compañía,
transformándola en un Paro Activo Nacional por la defensa de los puestos de
trabajo, el salario y las conquistas.
Hay que hacer el paro y un plan de lucha reclamándole al
gobierno que deje de pagar la deuda a los usureros internacionales y que
utilice esos fabulosos fondos para la defensa de las fuentes laborales y la
creación de nuevas fábrica y empresas.
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